En nuestro país, la edad media con la que las personas se someten a su primer tratamiento médico estético ha pasado de los 35 a los 26 años en solo una década. En concreto, la demanda entre jóvenes de 16 y 25 años ha aumentado un 20%, según datos facilitados por la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). Ello amplía el espectro de pacientes que se someten a estas intervenciones, dando pie también a un incremento del intrusismo profesional.
La preocupación es máxima por parte de los expertos del sector, dado que está en juego la salud de los pacientes. Ocho de cada diez prácticas estéticas las realizan profesionales no cualificados en cirugía plástica, estética o reparadora, tal y como advierten desde la SEME. Más allá de una cuestión estética, el intrusismo en este ámbito supone un riesgo para la salud de los pacientes. Por ello, profesionales reconocidos de la medicina estética han puesto el grito en el cielo.
“Vemos auténticas barbaridades”
Es el caso de la Dra. María José Maroto, especialista en Medicina Regenerativa en Dermatología y Medicina estética y directora de la Clínica Doctora Maroto, quien ha asegurado: “Estamos viendo barbaridades. A nuestro centro acuden cada vez más personas que buscan ‘resolver’ lo que otros han hecho mal”. El intrusismo representa un problema importante para la Dra. Maroto y su equipo, ya que no les permite hacer correctamente el trabajo. “Para nosotros es clave cuidar, asesorar y tratar a las personas. Aun así, no siempre el paciente nos deja llevar ese proceso”, insiste.
Por su parte, la Dra. Natalia Ribé, especialista en Medicina Estética, fundadora y directora médica del Institut Dra. Natalia Ribé, nos da algunos consejos a la hora de acudir a un profesional del ramo. “Los pacientes deben acudir a centros autorizados que tengan sello U.48 que otorga la SEME. Son los únicos que garantizan visitas con profesionales médicos que trabajan con rigor y profesionalidad. Nosotros hacemos una labor continuada para lograr que acudan a centros autorizados, con profesionales experimentados y formados”, añade Ribé.
Influencers, redes y obsesión por la imagen
Según la SEME, un 46,6% de los españoles (69% mujeres y 31% hombres) se hizo algún tratamiento de medicina estética el año pasado. El bombardeo mediático de influencers y blogueros/as en redes sociales ha influido en la mayor demanda de tratamientos médico-estéticos, sobre todo entre el público de veintitantos años. No es el único factor al que achacarle esa responsabilidad.
La competitividad laboral hace que trabajadores de 40 o 50 años deban demostrar su valía y profesionalidad frente a jóvenes que llegan pisando fuerte. Por otra parte, el aumento de la tasa de divorcios y, de rebote, la recuperación de la ansiada soltería hace que muchos/as quieran mostrar su mejor versión, en opinión del Dr. Moisés Amselem, especialista en Medicina Estética y jefe de la Unidad de Medicina Estética en Clínica Martín del Yerro / Amselem.
Además, el incremento de los selfies, el teletrabajo, las videollamadas y las reuniones online, sobre todo a raíz de la pandemia, nos hacen tomar más conciencia acerca de detalles en nuestro rostro que antes pasaban inadvertidos, según el Dr. Amselem.
Tratamientos acordes a la edad
Para la Dra. Ribé no es malo que los jóvenes se hagan tratamientos preventivos, siempre que sean acordes a su edad. “Lo que ocurre en estos momentos es que la información sin medida ni filtro que se difunde vía redes sociales hace que los más jóvenes soliciten tratamientos que ni necesitan, ni les corresponden por edad. Cuando le doy a mi piel lo que no necesita, esta se va a rebotar. Por eso, cada vez vemos más jóvenes con pieles molestas y reactivas, con rosáceas y eritemas, entre otras anomalías”, afirma Ribé. En esos casos, el médico estético no puede olvidarse de la ética profesional, ni del código deontológico. “Debe ser capaz de decir ‘no’ y poner un límite”, insiste.
Anna León
Redactora jefe de Vida Estética
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